Prueba piloto para medir el impacto de las olas de calor: harán un relevamiento en hospitales de todo el país
En Argentina se está experimentando una tendencia hacia el aumento de la frecuencia de las olas de calor que está asociada al problema del cambio climático global. También se ha detectado que las olas de calor son más severas y tienen una mayor extensión espacial, de acuerdo con diversos estudios científicos.
Esas olas de calor generan impactos negativos en la salud humana. Incluso el trastorno del golpe de calor puede causar la muerte. Al tener en cuenta ese contexto, se puso en marcha una prueba piloto en el país para que los hospitales hagan un relevamiento individual de los casos de personas afectadas por las olas de calor.
Esa prueba se suma a una medida que había sido dispuesta en 2022 que exige que los fenómenos de temperaturas extremas que causen efectos en la salud también deben ser notificados al sistema nacional de vigilancia de enfermedades.
Según se informó en el último boletín epidemiológico del Ministerio de Salud de la Nación, los casos de afectados por ola de calor o por olas de frío entran en la categoría de “efectos en la salud asociados a temperaturas extremas”.
Una ola de calor es un período excesivamente cálido en el cual las temperaturas máximas y mínimas superan, por lo menos durante 3 días consecutivos y en forma simultánea, ciertos valores que dependen de cada localidad. La exposición al calor puede causar diferentes efectos en la salud: edema, síncope, calambres, agotamiento por calor y el golpe de calor que puede llevar a la muerte. Además, el calor extremo puede causar deshidratación severa, ataques cerebrovasculares y contribuir a la generación de coágulos.
¿Cómo será la prueba piloto?
Se implementará la primera fase de una prueba piloto en instituciones seleccionadas por las provincias como “unidades centinelas”, que empezaron a realizar la vigilancia de casos desde octubre. La prueba durará hasta el 31 de marzo para las olas de calor, y posteriormente, seguirá para la temporada invernal por olas de frío.
“Es muy importante que se alerte a los médicos de los impactos de olas de calor y de frío sobre la salud. La vigilancia les hará estar atentos y entender cuáles pueden ser los síntomas que hacen que la población se vea afectada por estos eventos extremos y prepararse”, opinó la doctora Matilde Rusticucci, especialista en cambio climático, investigadora principal del Conicet y profesora titular de Ciencias de la Atmósfera de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), al ser consultada por Infobae.
“Las temperaturas extremas, como las olas de calor y de frío, pueden tener importantes efectos sobre la salud humana y se asocian con un aumento de la morbilidad y la mortalidad. Las temperaturas extremas aumentan los riesgos para la salud, especialmente entre los grupos vulnerables, como niños y niñas y personas mayores, las personas con enfermedades crónicas, las socialmente aisladas y aquellas que trabajan al aire libre o en ambientes expuestos”, aclararon los expertos de la cartera de Salud en el boletín.
“Ya se sabe que el cambio climático puede tener diferentes efectos en la salud humana. Por eso, hoy es importante apuntar a reducir las emisiones de gases de invernadero para hacer que las temperaturas no sigan en ascenso. También es clave que los sistemas de salud se preparen para dar respuesta a los posibles fenómenos extremos que se enfrentarán en el futuro. Además, los centros hospitalarios deben reducir sus emisiones al trabajar sobre el uso de energía y los residuos”, dijo a Infobae Marina Orman, coordinadora de Salud Ambiental del Ministerio de Salud de la Nación.
“Desde la sociedad civil -comentó Orman- los adolescentes y los jóvenes son los que más se interesan por la acción climática. Si bien hoy no son los más afectados por los desastres, esos sectores pueden sentir la ansiedad climática, que es parte de la salud mental. Están preocupados por cómo y dónde van a vivir en el futuro”.
En el país, “las olas de calor ya se cuadruplicaron desde la década de 1960″, había contado a Infobae la doctora Rusticucci. Podrían seguir aumentando en su frecuencia en el futuro.
“Para reducir la frecuencia de las olas de calor, se debe trabajar en mitigar el cambio climático. Para disminuir los impactos de las olas, se debería trabajar en medidas de comunicación a la población, en la preparación de los sistemas de salud ante la mayor asistencia de personas afectadas y en hacer llegar las alertas a toda la población”, según la científica.
De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el mecanismo de respuesta fisiológico del cuerpo humano al calor incluye el aumento de la temperatura corporal. Ese proceso conduce a la vasodilatación periférica y al sudor. Se activa el transporte masivo de sangre a la periferia para facilitar el enfriamiento, y produce una sobrecarga del sistema cardiovascular. La sudoración excesiva, que puede llegar a dos litros por hora ocasiona la pérdida masiva de líquidos y electrolitos.
Hay personas que son más vulnerables a las olas de calor. “La fisiología de las personas mayores e infantes los hace más vulnerables a temperaturas extremas. Pueden ser menos hábiles para adaptar su comportamiento o condiciones ambientales y ser más dependientes que otros”, explicó la OPS.
También hay muchas condiciones físicas y condiciones de salud mental que aumentan la vulnerabilidad a las temperaturas adversas, a través de un efecto directo en la fisiología corporal o a partir de la interacción con ciertas medicaciones.
Cuando las temperaturas se vuelven más extremas, la mayoría de las personas toman algunas medidas para adaptarse a las condiciones. Sin embargo, algunos factores limitan la capacidad de adaptación, como la edad, la enfermedad, las circunstancias económicas, y ciertos sistemas de creencias o valores que pueden llevar a que no se toman las medidas apropiadas en respuesta a las condiciones de temperatura.