Opinión: Un símbolo de libertad, tras las rejas
La falta de educación de una sociedad que no cuida, no respeta. Mafalda es libertad, educación y respeto.
Desde hace días, la emblemática figura de Mafalda en Concordia, ubicada en la intersección de las calles Entre Ríos y 3 de febrero, ha sido enjaulada, generando diversas reacciones en la comunidad. Según manifestaron desde la panadería que lleva su nombre, esta medida se ha tomado con el objetivo de preservarla de los posibles daños causados por la sociedad.
Mafalda, ese icónico personaje creado por Quino, representa la curiosidad, la inquietud y la ironía de una niña que desafía las convenciones y cuestiona el statu quo. A través de sus viñetas, nos invita a reflexionar sobre temas sociales y políticos, y a repensar nuestro papel en el mundo. Que paradójico, no.
Es comprensible que aquellos que han decidido encerrar a la figura de Mafalda en Concordia busquen protegerla. Desafortunadamente, en ocasiones la sociedad puede expresar su descontento o sus frustraciones a través de actos de vandalismo, y esto podría poner en riesgo esta representación tan querida por muchos.
Sin embargo, es importante reflexionar sobre el significado de esta acción. Mafalda es un símbolo de rebeldía sensata, de la búsqueda de un mundo mejor y de la lucha por causas justas. Encerrarla, aunque sea con buenas intenciones, puede interpretarse como una limitación a su espíritu de libre expresión y crítica.
Mafalda es una niña que, a pesar de su corta edad, demuestra una madurez y una perspicacia que la convierten en una voz valiosa en la sociedad. Sus aspiraciones utópicas, su compromiso con la paz mundial y su defensa de los derechos de las mujeres, nos recuerdan la importancia de mantener vivas las ideas de justicia y progreso social.
Sería deseable que, en lugar de enjaular, aprovechemos la figura de Mafalda para promover el diálogo, el pensamiento crítico y la reflexión en nuestra comunidad. Su mensaje de esperanza y su capacidad para hacernos sonreír y reflexionar al mismo tiempo son un valioso legado que deberíamos proteger y difundir.
En lugar de temer a los posibles daños causados por la sociedad, debemos confiar en que la figura de Mafalda puede servir como un recordatorio constante de la importancia de los valores que ella representa. Si realmente queremos preservar su legado, debemos promover la educación, el respeto y la conciencia social en nuestro entorno.
Mafalda nos enseña que no debemos conformarnos con las injusticias y que todos podemos contribuir a un mundo mejor. Dejemos que su voz siga resonando en nuestras calles, inspirando a nuevas generaciones a pensar críticamente, a ser agentes de cambio y a luchar por un futuro más justo y equitativo.
Hagamos un poco de memoria
Son tantos los espacios públicos de nuestra querida ciudad de Concordia que debieron ser enjaulados debido al mal accionar de una sociedad que no sabe cuidar. Ojo, no son todos. Es un grupo minúsculo que por «x» motivo logran dejar un recuerdo ya sea escribiendo o realizando los famosos grafitis. Hasta vimos demostraciones de amor.
Comencemos por el Parque San Carlos. Se preserva su naturaleza, con la no transitabilidad del predio. Pero qué pasó para que se determine esto. Los incansables robos sufridos dentro del parque como así también el mal accionar de la gente que iba y desechaba sus residuos cual volcadero.
Catedral de Concordia, Plaza Sol, Plaza de las Colectividades, Castillo de San Carlos, Virgen ubicada en Parque Chiarizza, Reloj del Sol en Plaza Urquiza, paseo de la lectura bajo el tanque de agua en Av. Eva Perón son algunos sino los espacios de los concordienses que se encuentran con «cuidados especiales».
Si nos comportaríamos como verdaderos ciudadanos, como buenos vecinos -no dudo que no los haya- quizá seríamos una comunidad más unida. Debemos dejar de ser una sociedad tan destructiva. Así, podremos ser verdaderamente una ciudad de primer nivel, cuando nos demos cuenta verdaderamente de la Concordia en la que vivimos.