El aljibe descubierto en la zona del Pereda, parte de la historia que se recupera.
En la obra Cartográfica Jesuita del Río de la Plata un -jesuita- Guillermo Furlong Cardiff, estudiando mapas de Compañías, concluye que existió un paradero llamado “Ytú” que data al menos desde el primero de los mapas estudiados en el año 1722. Desde antes del emplazamiento actual de la ciudad de Concordia.
Los jesuitas erigieron un oratorio puesto bajo la advocación de San Antonio de Padua custodiado por una pequeña guarnición de indígenas misioneros reducidos, que plantaron los primeros naranjos.
A fines del 2017 al comenzar las excavaciones en el predio donde se construye la nueva “Planta potabilizadora de agua en Concordia”, se encontró un pozo de agua, “aljibe”, según los historiadores que estaría desde la época en que los jesuitas llegaron a esta ciudad y fueron las primeras conjeturas que al momento son escasas dado su carácter reciente.
En torno “al Naranjal” hay una mística particular que forma un entramado con cada uno de nosotros. Las leyendas son muchas, de hecho esas historias urbanas nos alcanzan hasta el presente y seguramente seguirán curso con el correr de las generaciones.
En agosto del 2017 fue hallado este pozo que posiblemente fuera el punto de abastecimiento de una comunidad jesuítica en el 1700. Un mes después la empresa constructora dejó sentado por escrito la existencia, por lo que se hizo resguardar y comenzaron las primeras observaciones que concluyeron en que dataría desde el tiempo de los primeros asentamientos en la región.
Hace corto tiempo, como es de público conocimiento, se recuperó el conocido “Naranjal de Pereda” posteriormente se diagramaron visitas turísticas donde se puso en relevancia lugares estratégicos en las ruinas, que en su conjunto se consideran patrimonio histórico de la ciudad.
Según testimonios de los técnicos y obreros, el aljibe no fue descubierto bajo tierra, de modo contrario estaba a nivel del suelo destapado. Si bien por planificación y arquitectura de la planta de agua se rellenó casi todo el terreno. El aljibe permanece intacto, al mismo nivel que se lo encontró.
Caminar por allí es indudablemente impactante, parecido a un recorrido turístico llegamos hasta el pozo casi en el centro de la obra. Se agrega que al momento se evalúa las diferentes opciones para cumplir con la conservación. La seguridad, al llegar a la futura planta, fue uno de los primeros requisitos para el ingreso, luego paso a paso nos arrimamos al anhelado pozo.
El aljibe no es espectacular a simple vista, de hecho es muy sencillo. Pero el que sabe ver podrá encontrar y valorar la magia del lugar, y el significado histórico.
Cuando se baja un pequeño relieve para acercarse se puede ver el agua, donde es posible encontrar el reflejo del paso de los años. Pueden uno embarcarse en la extraordinaria coincidencia que conlleva saber que en el mismo punto geográfico, la empresa constructora había destinado en sus primeros planos como lugar para instalar la central de extracción de agua que abastecería a la toda la planta por lo tanto a toda la ciudad.
Por último al alumbrar dentro del pozo se observan los ladrillos, son angostos y bien rojos casi morados, desde el municipio nos dijeron que es una construcción en forma de gota, o sea angosto en la parte superior ensanchándose en lo más profundo, al mismo tiempo nos explican que los ladrillos están apilados, no lleva ninguna clase de pegamento entre ellos. Otra característica del diseño jesuítico, en base a las fuentes históricas actuales que son principalmente (libros del Profesor Heriberto Pezzarini y mapas jesuíticos de la época) ubican a este aljibe aproximadamente en 1722.
En estos años es cuando los jesuitas y los guaraníes establecieron el Paraje Ytú, que se dedicaba principalmente a la comercialización de la yerba mate que venía desde el sur de Brasil y la provincia argentina de Misiones.
En un principio el agravante de poder transportar la mercancía hasta Buenos Aires eran los dos saltos de piedras que tenía el río (característica geográfica). Por ello se desembarcaba en Federación, para traerlo en carreta hasta Concordia -puntualmente en el Naranjal de Pereda-, allí se volvía a embarcar para continuar rumbo a destino.
Por eso los jesuitas establecieron en este lugar específicamente el Paraje Ytú, una pequeña estancia y embarcadero que se usaba como lugar de paso.
Años más tarde en 1769 también en el lugar se estableció San Antonio de Salto Chico, por lo que el aljibe podría datar entre 1722 -1769, que es el tiempo en el que los jesuitas estuvieron por la zona.
Recordamos que el Naranjal, germen de nuestra ciudad, era un basural, en estos años se comenzaron los paseos y la concientización, dándole relevancia histórica que se merece y lo que significa para la ciudad de Concordia.