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El Patrono de Concordia y de devoción regional nació en Lisboa hacia 1195

Desde pequeño sintió vocación religiosa. En 1210 ingresó en el monasterio de canónigos regulares del poblado de San Vicente de Fora, cerca de Lisboa. Su familia y amigos no aceptaron su vocación y trataron de que abandonase.

Para evitar las presiones renunció a la herencia familiar y se fue al monasterio de Santa Cruz de la ciudad de Coimbra. En 1219 ya era sacerdote y conoció la primera comunidad franciscana de ese lugar de la cual se sintió atraído por su modo de vida fraterno, evangélico y de pobreza. Ingresó a la Orden en 1220 y cambió su nombre de pila Fernando por el de Antonio, en recuerdo de San Antonio Abad.

Su deseo evangelizador lo llevó a Marruecos donde contrajo la malaria que lo obligó a abandonar ese lugar. Estuvo en una comunidad franciscana de Sicilia para la recuperación de su enfermedad. En 1221 asistió al Capítulo de la Orden en Asís donde conoció a San Francisco.

En 1222, ya con buena salud predicó en la catedral de Forli con gran profundidad y sin preparación. Se lo nombró predicador en el norte de Italia. Se destacó en Rímini donde sus exhortaciones y discusiones púbicas tuvieron éxito sobre todo en el combate de la herejía cátara. En Bolonia enseñó Teología a otros frailes franciscanos. Fue el primer maestro de la Orden señalado por San Francisco.

Hacia 1225, sus superiores lo mandaron a Francia para combatir la herejía albigense. Lo hizo mediantes charlas, vida ejemplar y catequesis. Después de la muerte de San Francisco en 1226, Antonio volvió a Asís y participó de la elección del sucesor que fue Fray Juan Parenti.

Éste nombró a Antonio Provincial de la Romaña, región que recorrió de palmo a palmo predicando. Estuvo en el convento de Vercelli donde era común que predicara en la catedral. Tuvo largas estadías en Padua donde fundó una escuela de franciscanos y comenzó a escribir su serie de famosos sermones. Su labor misionera estuvo en la predicación..

En 1230 estuvo en el Capítulo General con motivo de traslado de los restos de San Francisco a la basílica de Asís. Solicitó al Superior General retirarse de su cargo en Romaña en razón de su mala salud. Se aceptó su renuncia. Fue a Roma y predicó ante el Papa Gregorio XI y toda la curia romana. Después marchó a Padua donde siguió predicando. Los paduenses lo adoptaron como suyo; de allí San Antonio de Padua.

Para aliviar su salud se retiró a Camposampiero. El 13 de junio de 1231 amaneció muy mal. Pidió que lo llevaran a Padua y en la capilla de Arcella entregó su alma a Dios. Al año siguiente fue declarado beato y poco tiempo después la santidad. Su culto se popularizó en el siglo XV, tanto en Italia, Francia, España y Portugal. Llegó a América.

En el Río de la Plata y, especialmente, en el noreste de Entre Ríos y la Banda Oriental, su culto fue introducido por españoles o portugueses, o por ambos.

En 1757 fue fundado en las inmediaciones de la actual Salto (ROU), un fuerte español para abastecer de tropas y vituallas a los ejércitos españoles que luchaban en la guerra guaranítica. Allí se instaló una capillita cuartelera bajo la advocación de San Antonio de Padua. El cuartel subsistió hasta 1863 y fue restablecido en 1768 para traer a los expulsados jesuitas de las misiones y embarcarlos hacia Buenos Aires, paso previo hacia Europa.

En 1769, un temporal y una gran creciente del río Uruguay destruyeron el segundo fuerte y parte de la población y ganados.

El Cabildo de Yapeyú tomó cartas en el asunto y ordenó la reinstalación de los pocos sobrevivientes y sus enseres en la costa occidental del río. Con ellos vino San Antonio. Surgió así, en ese 1769, el puerto de San Antonio del Salto Chico, enlace del comercio del alto y bajo Uruguay. En el lugar, los pobladores construyeron una hermosa capilla para el ya el indiscutido Patrono, el santo de Padua.

En 1831 se fundó Concordia a instancia del P. Mariano José del Castillo – franciscano secularizado-. Dentro de las construcciones prioritarias de la nueva Villa, estuvo una capilla de paja y barro -en el mismo lugar donde está hoy la iglesia catedral- y allí, en una sencilla ceremonia fue puesto San Antonio quien acompañó los difíciles momentos por lo que pasó Concordia en sus comienzos. Todos los años, no obstante, se honraba al Patrono dentro de la humildad de esos tiempos con la presencia de las autoridades.

El 5 de noviembre de 1851, junto con la declaración de San Miguel como patrono de Entre Ríos, el Papa Pío XI dio la aprobación canónica de San Antonio de Padua como Patrono de Concordia.

En el Bicentenario de la Independencia, donde la Iglesia tuvo un preponderante papel, honremos a nuestro Patrono en su día y en los 262 años de presencia en la región.

Prof. Heriberto
M. Pezzarini

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