SALTO GRANDE

Se cumplieron ayer: 1 de abril de 2025, cincuenta y un años del inicio de la construcción de la represa hidroeléctrica de Salto Grande.

Al menos, no trascendió públicamente, tal vez, en el interior del complejo hubo alguna conmemoración entre argentinos y uruguayos para celebrar el hito histórico del inicio de la construcción de la obra más importante entre ambas naciones y es, tal vez, porque la decisión fue tomada por un general de la república, Juan Domingo Perón, que con grandeza, olvidando que desde aquel lado del río Uruguay, a través de proclamas y noticias falsas que ya existían en aquellas épocas, se irradiaban frases agraviantes en contra del peronismo y su líder, fue a Montevideo en 1973 y anunció que “el año próximo se inicia la construcción de Salto Grande”.

51 años después, no solo nos olvidamos de aquella gesta que tuvo a Perón como el gran hacedor de las cosas que verdaderamente importan, que no quedan en globos de ensayos, que fueron anuncios verdaderos y tendientes a lograr esa tercera posición que era la de los pueblos olvidados y libres -como lo querían tanto José Gervasio Artigas, como José de San Martín- y así…se inició la construcción de la obra en los rápidos de Salto Grande.

Los famosos “Terex” y su extraordinario tamaño actuaron eficazmente en la construcción de Salto Grande.

El 1 de abril de 1974, se autorizó el inicio de las obras de la represa binacional Salto Grande. El complejo hidroeléctrico quedó terminado más de 9 años después: el 27 de mayo de 1983, con la puesta en funcionamiento del último hidrogenerador, formalmente quedó inaugurado.

Perón, después de firmar el tratado de límites del río Uruguay, prometió el inicio de la construcción, y el 1 de abril se hizo realidad:

La construcción, llevó más de nueve años para dejar la represa hidroeléctrica como se la puede ver hoy. El inicio fue el 1 de abril de 1974, al norte de la desembocadura del Arroyo Ayuí Grande, justo el lugar donde el general José Gervasio Artigas, acampó en la Redota, habiendo pasado el río Uruguay, con miles de orientales, un poco al sur en el Ayuí Chico.

A solo 18 kilómetros de Concordia y a 13 de Salto, Salto Grande ha cumplido un extraordinario servicio a favor de ambos países. Sin embargo, justo es decirlo, lo que idearon los pioneros de Salto Grande, incluso de algunos que tomaron esas banderas, para llevarlas a la práctica, se encuentra en estado de vida latente.

Los sucesivos cambios de gobiernos de derecha a izquierda y del centro a la derecha en ambos países y la malsana decisión de los gobiernos en nombrar en los cargos a burócratas y recaudadores para la corona, Salto Grande es para los concordienses y salteños una obra cercana al afecto y los sentimientos de pertenencia pero lejana en cuanto a los ideales y objetivos que tuvieron los pioneros de Salto Grande.

Es que, de este lado de la frontera del río que dicen que nos une, las decisiones pasaron a estar en manos del puerto de Buenos Aires, lejos de la idea de Juan Domingo Perón y de quienes, desde esta región, querían un verdadero Salto Grande,no un Salto más Chico, para succionar recursos, sin que se les caiga una idea y que cualquier que quiera presentar un proyecto viable es considerado un enemigo de los porteños que han ocupado los despachos para esperar que caigan regalías y excedentes sin moverse más que para reclamar más pero lejos de idear algo para producir más energía -como serían las turbinas bulbo- la idea de crear una ciudad binacional como ciudad futura, que nació como una start up que no mereció ni siquiera un “he visto y lo consideraré”, por el contrario, se ninguneó, porque no solo no hay ideas, sino que hay que bombardear todo lo que no haya surgido de los porteños que ahora son los mandamás.

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