De Concordia al podio nacional: estudiantes de la UNER ganaron el Rally Latinoamericano de Innovación
En Concordia, la Facultad de Ciencias de la Alimentación fue el escenario de una experiencia que mezcló adrenalina, creatividad y trabajo en equipo. Durante 28 horas sin dormir, más de 120 estudiantes se unieron para resolver problemas reales con ideas innovadoras.
El resultado fue un proyecto que propone transformar prendas desechadas en compuestos útiles para otras industrias. Despertar Entrerriano charló con Celeste Stirnemann, responsable de la sede local del Rally Latinoamericano de Innovación, y con Matías Grahl, integrante del equipo ganador “Hilo Verde”.
Un evento que despierta ingenio y compromiso
“El Rally Latinoamericano de Innovación es una competencia que se realiza todos los años para fomentar la creatividad, la innovación y el trabajo en equipo en estudiantes de ingeniería”, explicó Celeste Stirnemann, ingeniera y parte de la Secretaría de Extensión Universitaria de la Facultad de Ciencias de la Alimentación de la UNER.
La facultad fue sede por octavo año consecutivo, junto con la de Oro Verde, y este 2025 recibió a 122 estudiantes de distintas carreras. “Participaron no solo de la UNER, sino también de la UTN y de otras sedes como Gualeguaychú. Lo interesante es que los equipos son interdisciplinarios: tienen que incluir al menos un estudiante de ingeniería, pero pueden sumar compañeros de cualquier otra carrera”, detalló.
Este año, el desafío fue grande. El evento a nivel internacional reunió a más de 12 mil jóvenes de nueve países, todos conectados por una misma consigna: resolver problemáticas reales en solo 28 horas corridas.

28 horas sin dormir, pero con muchas ideas
En la sede Concordia se formaron tres equipos. Durante dos días —viernes 10 y sábado 11 de octubre— los participantes trabajaron intensamente en aulas convertidas en centros de innovación. “Los chicos tienen un aula asignada con todo lo necesario: pizarras, materiales, comida, y la mayoría se queda a dormir ahí. Bueno, dormir… dormir poco y nada. Algunos descansan una hora o dos, pero la mayoría pasa toda la noche trabajando”, contó Stirnemann.
Durante el evento también hay mentores, charlas sobre cómo comunicar ideas y un jurado local que elige a los ganadores. Luego, los proyectos seleccionados compiten a nivel nacional e internacional. “Este año fue especial, porque por primera vez un equipo de nuestra sede ganó la instancia nacional. Fue una alegría enorme”, resaltó Celeste. El equipo en cuestión fue “Hilo Verde”, que se llevó el primer lugar en la categoría Impacto Social con un proyecto sobre reciclado textil.
Dos equipos salieron victoriosos de la etapa local, en primer lugar, como sabemos: “Hilo Verde”, integrado Matías Grahl, Facundo Zilloni, Agustín Del Valle, Valentino Pietravallo, Lucia Belen Botti Rodríguez Pereira, Magali Trentin, Facundo Ariel Andrada Reynoso, Gonzalo Martin Vallejos, Manuela Perrón Y Franco Nicolas Verbauwede. Quienes lograron destacarse por la claridad y viabilidad de su propuesta ambiental.
En tanto, el segundo lugar lo obtuvo el grupo “Equipo Hydroblocks” Integrado por Valentina Martínez, Diego Veron, Tadeo Mendelevich, Luciano Sarjanovich, Sebastian Medina, Martin Baldoni, Esperanza Mendiburu, Mariana Magali Castell Ziegler, Gabriel Hernán Toledo, Mariano Maximiliano Acevedo Rodriguez. Desafío: HUERTOS VERTICALES
Del desierto de Atacama al laboratorio: la historia de “Hilo Verde”
Matías Grahl, estudiante de Ingeniería Mecatrónica en la UNER y uno de los integrantes del grupo ganador, nos contó cómo vivieron esas 28 horas. “La verdad fue una experiencia increíble. Éramos un equipo variado: seis de base, y después se sumaron cuatro chicos más, dos de la UTN y dos de la UNER de Gualeguaychú. Algunos no nos conocíamos, pero enseguida pegamos buena onda”, relató.

El grupo eligió el desafío de reciclado textil, y se enfocó en una problemática concreta: el vertedero de ropa más grande del mundo, ubicado en el desierto de Atacama, Chile. “Llega ropa usada de Europa y Estados Unidos, más de 150 mil toneladas por año. Lo que no se puede vender ni arreglar se quema o se entierra, y eso destruye el ambiente. Nosotros pensamos cómo aprovechar esos residuos textiles a través de un proceso químico”, explicó.
El resultado fue un proyecto que propone transformar prendas desechadas en compuestos útiles para otras industrias. “Aplicamos un proceso de hidrólisis que separa el PET de las telas, y de ahí se obtiene etilenglicol, un líquido que se usa como refrigerante o en productos farmacéuticos. Nos pareció increíble que algo tan contaminante pudiera tener una segunda vida”, contó Matías.
Un trabajo en equipo que va más allá de lo técnico
Además del ingenio y la investigación, el equipo tuvo que organizarse bajo presión. “Dormimos dos horas con furia”, recordó entre risas. “La facu nos dio todas las comidas, merienda, cena, desayuno y almuerzo. En un momento salimos a despejarnos, tomamos un helado y después seguimos. Fue agotador, pero valió la pena.”
Cada integrante aportó desde su especialidad: algunos desde la química, otros desde la ingeniería o la comunicación. “Nos repartimos las tareas según lo que cada uno sabía hacer. En mi caso, ayudé con la investigación y la redacción del proyecto. Fue muy copado ver cómo todo encajaba.”
El resultado superó sus expectativas. “Esperábamos quedar bien a nivel local, pero nunca pensamos ganar a nivel nacional. Cuando lo anunciaron, no lo podíamos creer. Me desperté al día siguiente con mil mensajes diciendo ‘¡ganamos!’. Fue una locura total.”
Lo que deja el Rally: aprendizaje, vínculos y orgullo local
Para Celeste Stirnemann, el valor del evento trasciende lo académico. “Salen a flote un montón de habilidades que hacen al futuro profesional: la creatividad, la comunicación, la empatía, la capacidad de resolver problemas reales. Son competencias que no siempre se aprenden en clase, y esto les permite ponerlas en práctica”, reflexionó.
Los proyectos son teóricos, pero las problemáticas que abordan son reales y actuales. “Eso también los conecta con lo social, con el ambiente, con pensar en soluciones que realmente mejoren algo”, agregó. Matías coincide: “Más allá de ganar, lo más importante es todo lo que te deja. Aprendés a trabajar bajo presión, con gente nueva, a confiar en los demás. Te cambia la forma de pensar.”

Una experiencia que se repite cada año
El Rally Latinoamericano de Innovación se realiza todos los años en octubre, y en julio comienzan las inscripciones. “Cualquier estudiante universitario o terciario puede participar, no hace falta ser de ingeniería. Y es una experiencia que realmente vale la pena vivir”, aseguró Celeste.
Para quienes se animen, la convocatoria 2026 promete más desafíos, nuevas ideas y, sobre todo, la posibilidad de vivir una experiencia única que mezcla ciencia, compromiso y mucha creatividad. “Nosotros vamos a volver a participar el año que viene. Queremos defender el título”, cerró Matías entre risas.
Los videos de estos proyectos pueden verse en Youtube
Rally Latinoamericano de Innovación 2025 | “Hydroblocks” Equipo InnovaDibu #rallylatam
ReTex. Rally Latinoamericano de innovación 2025 – Desafío 2. Equipo Hilo Verde
