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Lisandro Martínez, el segundo entrerriano en llegar a una final - Nueva Prensa Entre Ríos
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Lisandro Martínez, el segundo entrerriano en llegar a una final

Licha nació y se crio en la ciudad provincial y jugó en Libertad. Fue a una prueba en Boca y tuvo poca participación en Newell’s, pero resaltó en Defensa. Saltó a la elite del fútbol y llegó a la Selección, siendo un jugador clave.

Tiene el apellido más común de la Selección Argentina, lo comparte con Emiliano y Lautaro, pero su historia es tan especial como la de cualquiera de los 26 elegidos por Lionel Scaloni. Lisandro Martínez es el único entrerriano en el Mundial de Qatar 2022.

Nacido y criado en Gualeguay, supo pelear contra las adversidades: no quedó en Boca, Newell’s lo dejó ir y hoy la rompe en Manchester United pese a que tuvo que vencer los estereotipos enfrentándose a los cuestionamientos por su estatura.

Lisandro Martínez nació el 18 de enero de 1998 en Gualeguay, provincia de Entre Ríos. Se inició deportivamente en el Club Urquiza y posteriormente pasó por el Club Libertad, ambos de su ciudad.

Era una época donde se desempeñaba en una posición muy distinta a la de ahora. Lejos de ‘la cueva’, llegó a lucir la diez en su espalda y manejar los hilos del equipo en la mitad de la cancha. Cuando entró en edad de inferiores, los captadores de talentos de Boca lo vieron y lo llevaron a Buenos Aires para que hiciera pruebas.

Durante un semestre lo llevaron y lo trajeron a distintas pruebas, donde jugó como volante por izquierda y parecía ir bastante bien, hasta que en la última, con una gripe que lo aquejaba, no tuvo un buen desempeño y le bajaron el pulgar.

“No quedé. Tuve tres pruebas. Me acuerdo que en la última estuve dos días engripado y después de ahí no me llamaron más. Ahí me probé de volante por izquierda”, recordó en una entrevista con ESPN tiempo atrás. Un par de años más tarde tuvo revancha en otro equipo importante de Primera División: Newell’s.

En 2014, Licha se probó y quedó en La Lepra, ya como defensor central, y se unió a la pensión del elenco de Rosario para atravesar las divisiones inferiores. En la máxima categoría, el equipo que por entonces dirigía Gerardo Martino era de los mejores del fútbol argentino, campeón en 2013 y semifinalista de la Copa Libertadores.

Además, pudo ver de cerca a uno de los que luego se convirtió en un referente: Gabriel Heinze. Su debut se dio el 27 de junio de 2017, cuando Juan Pablo Vojvoda lo puso como titular ante Godoy Cruz. Fue derrota 2-0 y nunca más volvió a vestir los colores de La Lepra.

“Fue muy lindo jugar al baby y haber logrado tantos títulos con los chicos en el club Urquiza y en Libertad de Gualeguay. Sigo teniendo contacto con algunos con los que ganamos el torneo entrerriano. Cuando fui a Newell’s, supe que iba a ser futbolista. Cuando me tocaba jugar cerca de las canchas de Primera, me repetía que algún día yo iba a estar ahí. Así fue. Estuve poco tiempo, pero gracias a Dios pude debutar”, contó en diálogo con Clarín.

“Estuve en la de Newell’s desde los 14. Ahí te la tenés que arreglar solo. Yo era muy pegado a mis padres, que me hacían todo. Y de golpe tenés que responsabilizarte y ser cuidadoso con tus cosas, tus botines, tu ropa. Uno va haciendo amigos y eso es lo más lindo. Nos defendemos entre todos ahí adentro, porque somos una familia y eso es increíble. Ya de chico tenés una madurez de un pibe de 20 o 22 años. El futbolista madura muy rápido, pero depende también de la mentalidad de cada jugador, dónde quiere llegar y las cosas que está dispuesto a aguantar”, completó.

Para el segundo semestre de 2017, Juan Pablo Vojvoda, que lo había hecho debutar en Newell’s, se lo llevó a Defensa y Justicia a préstamo. Durante los primeros partidos no vio minutos, pero desde la sexta fecha fue titular indiscutido en el Halcón.

Para la siguiente temporada, ya con Sebastián Beccacece en el banco de suplentes, fue una de las grandes figuras del elenco de Florencio Varela que le peleó la Superliga a Racing hasta el final. Su rendimiento fue tan alto que Lionel Scaloni lo convocó en marzo de 2019 por primera vez a la Selección Argentina, y debutó en la derrota 3-1 con Venezuela en Madrid.

Para el segundo semestre de ese año, Defensa y Justicia hizo uso de la opción de compra tasada en un millón y medio de dólares, pero para venderlo al Ajax de Ámsterdam, que se lo llevó a cambio de 7 millones de euros, aunque no todo fue color de rosas. Al principio le costó la adaptación al fútbol europeo, se quedó afuera de la convocatoria de la Copa América 2019 y en lugar de Scaloni, ahora el que lo citaba era Fernando Batista para la Sub-23.

“Lo que de verdad sufrí fue la intensidad con la que se juega en Ajax. Realmente es increíble. La lectura de juego que tienen todos… Saben cuándo jugar a un toque, cuándo a dos, cuándo dejarla pasar? Lo sufrí bastante las primeras dos o tres semanas y después me pude soltar bien”, expresó en Clarín. “Tenía unas ganas de llorar… Me preguntaba: ‘¿Qué me pasa? ¡¿Por qué no la agarro, la puta madre?!’, pero al mismo tiempo me decía que tenía que aguantar y que ya me iba a adaptar. Es normal cuando uno pasa a otro equipo con otras ideas y otro estilo”, agregó.

Una vez adaptado a la vida en Ámsterdam y a la exigencia del Ajax, Lisandro Martínez logró poco a poco transformarse en un jugador importante para el gigante de la Eredivisie. No solo como zaguero, sino que también como volante central.

“Miro mucho fútbol y observo los movimientos. Se aprende mucho mirando. En Defensa y Justicia por momentos terminé jugando de volante central. Y cuando el entrenador de Ajax me puso en ese puesto, yo ya estaba preparado. Me informé mucho sobre la posición”, le reconoció a Clarín.

Por su juego aguerrido, la hinchada neerlandesa lo apodó como ‘Carnicero’. “Debe ser porque soy agresivo en mi juego. No sé quién me puso ese sobrenombre. Igual no soy de pegar patadas de mala leche, pero sí de ir a cada pelota como la última. Hace poco hice un vacío en mi casa y me cargaban con que me quedaba bien el apodo, ja”, declaró.

“Mejoré muchísimo la lectura de juego y la toma de decisiones. La marca también ajusté y en el juego aéreo crecí. Yo quiero seguir mejorando todo. No hay un límite. Si yo quiero saltar más alto, tengo que trabajar para eso y seguir y seguir. Me quedo con el trabajo en silencio día a día”, agregó.

En 2021 volvió a ser convocado por Lionel Scaloni para la Selección Argentina y formó parte del equipo campeón de la Copa América 2021, donde disputó un partido. También jugó en las Eliminatorias Sudamericanas rumbo al Mundial de Qatar 2022 y alzó el título de la Finalíssima ante Italia en Wembley. Llegó a la Copa del Mundo como una fija, y también como uno de los jugadores más queridos en su nuevo club, aunque tuvo que luchar contra los etereotipos.

Cuando Erik Ten Hag se fue de Ajax para asumir como director técnico de Manchester United, uno de sus primeros pedidos fue Lisandro Martínez y desde los Diablos Rojos le dieron el gusto: lo compraron en casi 60 millones de dólares. “Cuando escuché que medía 1,75 me hizo retroceder, físicamente no puede competir. Tal vez en la izquierda, en una línea de tres, eso podría funcionar. O en el mediocampo, porque sabemos que puede hacer eso”, aseguró Gary Neville, ídolo del United.

Jamie Redknapp, ex-Tottenham y Liverpool, manifestó que “si vas a fichar a un central de 1,75 metros no podrá competir en esta liga. Todos los equipos jugarán con él porque mide muy poco y no es lo suficientemente alto”. Debutó en agosto en Manchester y en septiembre recibió el premio al mejor jugador del mes. No demoró en hacer gritar a todo el Old Trafford por Argentina, y hasta le hicieron una bandera en homenaje.

Lisandro Martínez nació y se crió en Gualeguay, hijo de Silvina Cabrera y Raúl Martínez, una familia muy humilde. Durante su adolescencia conoció a Muriel López Benítez, quien hoy en día sigue siendo su pareja tras más de diez años juntos. Si bien su posición económica creció considerablemente, no se olvida nunca de los que menos tienen, por lo que usa las redes sociales para comprometerse con diferentes causas.

“A nosotros nos sigue mucha gente que nos quiere ver bien y uno tiene que estar con ellos también. Pueden integrarse de algún modo a la vida personal de uno a través de las redes sociales. Me gusta muchísimo eso. Antes yo era una persona muy cerrada, pero traté de cambiar y de ser más abierto con la gente”, declaró.

“Muri (su novia) me da consejos y trato de tomarlos. Yo estoy del lado de la gente que realmente necesita cosas. Cuando algo me enoja un poco, no me gusta dejarlo pasar y trato de estar aunque sea con algún mensaje de apoyo. Lo mío no es meterme en política, no me interesa. Muchos se confunden. Yo quiero ayudar a la gente. Todos somos seres humanos en esta vida y tenemos derecho a opinar. Siempre se puede hablar con respeto aceptando la mirada del otro. Está en uno cómo se toma las cosas. Yo vengo muy de abajo y no me olvido de las cosas que viví. Por eso comprendo a la gente que realmente necesita”, añadió.

“Yo respeto la vida y las decisiones que toman los demás. Estaría bueno que empecemos a estar más con la gente y de ayudar desde donde nos toque, mediante un mensaje o haciendo donaciones. Hay jugadores que se empilchan y tienen su auto y no digo que esté mal, eh. Eso es algo que uno se lo ganó y se puede dar los gustos que quiera”, concluyó.

Hoy, Lisandro Martínez es una pieza importante para la Selección Argentina en el Mundial de Qatar 2022. Acompañado de Muri, su novia de toda la vida, y su familia, el pibe de Gualeguay está en vísperas de jugar su primera semifinal del mundo a sus 24 años.

Licha es el séptimo entrerriano con presencia mundialista, el tercero oriundo de Gualeguay y el segundo de la provincia en arribar a una definición mundial. El defensor de 24 años sigue los pasos de Jorge Burruchaga, campeón del Mundo en 1986.

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