RACING: El último campeón argentino del 2022… y el primero del 2023.
Le ganó 2-1 a Boca en un final con polémica por el penal que cobró Rapallini. Carbonero y Piovi marcaron los goles para el equipo de Fernando Gago. Había abierto la cuenta Roncaglia.
Hay que aclarar que tanto en el Hazza Bin Zayed Stadium como en La Pedrera, el arbitraje fue fundamental. Esta vez el protagonista fue Fernando Rapallini que, sobre la hora y cuando parecía que todos los caminos conducían al alargue y tal vez a los penales, cobró una mano muy fina dentro del área -casi- sin apoyarse en el VAR. Ese penal le permitió a Gonzalo Piovi sellar el 2 a 1 para La Academia, que se llevará el trofeo desde aquí y hasta Avellaneda.
Se trató -otra vez- de un choque de estilos. Así es el fútbol moderno: un equipo asume el protagonismo y la tenencia de la pelota. El otro, en cambio, espera e intenta contragolpear. Racing se ajusta al primer formato y Boca, claro, al segundo. Aunque hay matices y por momentos el miedo al error, las imprecisiones y el abuso del juego brusco -el mal llamado huevo- hacen de los partidos en Argentina un espectáculo grotesco.
En Al Ain, Hugo Ibarra apostó por esperar y salir rápido con sus flechas, Sebastián Villa y Norberto Briasco, para alimentar a Darío Benedetto, que todavía luce lejos de sus mejores momentos. Gago, en cambio, asume el riesgo -aunque tampoco mastica vidrio- y pide la pelota, la trabaja y trata de construir peligro a través de la tenencia.
Se reforzó con Maxi Moralez y el Frasquito, que cumple 36 años en febrero, pagó un pleno con su primera rola. El volante ofensivo fue el conductor que necesitaba Racing para dar un salto de calidad en su juego. Y su sociedad con Johan Carbonero promete más alegrías. Un pase suyo en modo Rubén Paz dejó mano a mano al colombiano que definió con calma para marcar el 1-1 parcial. Fue apenas un rato después del pelotazo de Facundo Roncaglia, una volea furibunda, que había abierto el marcador y había puesto en ventaja a Boca.
Racing dominó y tal vez mereció ganar antes la final de la Supercopa. Arrancó bien el segundo tiempo y probó los reflejos de un súper correcto Javier García que se quedó con el arco en el desierto -Agustín Rossi y Sergio Romero no fueron ni al banco- pero con el correr de los minutos se pinchó y hasta pudo haber perdido porque Boca creció de la mano del ingreso del chico Ezequiel Fernández. Pero cuando el duelo se encaminaba otra vez al alargue -Carbonero se perdió un gol con el arco vacío tras pase de Jonathan Gómez- aparecieron Rapallini y la jugada discutida que definió el título.
El VAR apoyó la determinación del árbitro tras la jugada en la que la pelota pega en el cuerpo de Sandez, rebota, y le da en una mano al defensor en el intento de bloquear un centro del ingresado Jonathan Gómez. A Rapallini hay que adjudicarle el crédito de mantenerse firme en su decisión de dar el penal en la última jugada del partido. Piovi metió un fierrazo (cuando el fantasma de lo ocurrido entre Galván y Armani estaba en Migraciones) y Racing levantó otro título. Muy merecido, por cierto.
Ahora Gago y sus muchachos tendrán que sostener su envión ganador para dejar de ser un campeón de finales y pasar a ser un campeón de torneos. Un gran campeón.