Robar es pecado (salvo para Gallardo)
¿Qué se les cuestiona a San Marcelo y a River, entonces? La intromisión en una negociación cerrada. Probablemente Elías habría firmado su pacto con el Diablo si no hubiera escuchado horas antes la palabra de Dios. ¿Hay algo de ilegal, de ilícito en este accionar? No, rotundamente no. Se atiene a las leyes humanas y divinas. ¿Es ético que a último momento -y valiéndose de su oro- River se lo saque del buche? No. ¿Hay una falta de respeto por parte del club que tiene uno de los pasivos más grandes del país, y que tuvo más de un problema por deudas con sus propios jugadores? Ciertamente, sí.
Los Moyano deberán explicar por qué nadie con sentido común quiere ir al club que dirigen, pero ésa es otra historia. Ésta es toda de River. Claro que Gallardo, ya fue explicado, tiene vía libre para hacer lo que quiera. Y los aduladores de siempre no sólo lo bancan sino que lo aplauden (el famoso temor de Dios; mirá si después te niega una respuesta en una conferencia de prensa). Hay otra gente, parada en la vereda de enfrente, que no goza de esos mismos beneficios. Si te llama Román, por ejemplo, se arma un escándalo: es el pez grande comiéndose al chico, un abuso de poder y bla bla bla. A Gallardo, en cambio, lo llama hasta el mismísimo Presidente de la Nación para consultarlo. Aunque, claro, hoy por hoy esos vínculos no sean como para enorgullecerse.
