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Cuando el estrés de diciembre toca la puerta: Por qué colapsa el ánimo y qué hacer para recuperarlo

En esta época del año se activan mecanismos hormonales como el cortisol y la adrenalina que regulan el estado de alerta y la energía corporal. Tres expertas dan claves sobre cómo la sobrecarga puede provocar síntomas como fatiga, desgano, irritabilidad y alteraciones del sueño.

Fin de año. Siempre suele ser igual: todo junto. Y ahora. No hay ¿más? tiempo. Se cierra el año… En medio del cansancio y las emociones, el cierre del calendario pisa fuerte: es el fin de las clases de los chicos y la cercanía de las vacaciones. Y casi como un especie de mandato, con todo el año encima, este es el momento donde hacemos balances. ¿Que es lo que lo ganamos este año? ¿Qué nos faltó? ¿Qué queremos para el que viene?

El cierre de año se presenta como un periodo donde la exigencia emocional incrementan el estrés en buena parte de la población. Los expertos observan una serie de patrones que se repiten durante diciembre, un mes de alta demanda en la vida cotidiana.

Las consultas médicas dan cuenta de un fenómeno en el que los factores económicos, familiares y laborales se suman a las responsabilidades habituales, lo que eleva el nivel de tensión en la mayoría de los hogares. De acuerdo con los registros del Servicio de Psiquiatría del Hospital Italiano, durante este mes las consultas aumentan cerca de un 20 % respecto del promedio anual, lo que evidencia el peso emocional de este período.

De acuerdo con Harvard Medical School, las Fiestas de fin de año modifican la rutina habitual y los hábitos diarios, provocan además transformaciones físicas en el cerebro. El aumento de estímulos sociales, las expectativas dentro del ámbito familiar, los recuerdos y las presiones suman carga sobre los sistemas neuroquímicos, generan disonancia emocional y modifican la respuesta al estrés. Todo esto dificulta la regulación emocional y repercute en el bienestar psicológico durante diciembre.

SOS estrés de diciembre

La Dra. Laura Maffei, especialista en endocrinología clínica, explica que el estrés desempeña un rol adaptativo. Según puntualizó en diálogo con Infobae, que “el estrés es una reacción vital para lograr la mejor adaptación a los desafíos cotidianos. No es un enemigo, sino un mecanismo primitivo y poderoso que nos mantiene activos”.

Asimismo, la médica describe el periodo de fin de año como un “torbellino emocional” que responde a un mecanismo biológico con efectos comprobables sobre la salud.

En este contexto, el cuerpo humano activa sistemas hormonales específicos. De acuerdo a la endocrinóloga, las hormonas cortisol y adrenalina resultan clave en la respuesta frente al estrés. Ambas regulan el estado de alerta, la energía disponible y la capacidad de reacción.

“Hablar de estrés sin hablar de hormonas es como intentar explicar una tormenta observando solo el charco”, agrega la Dra. Maffei, quien es directora de Maffei Centro Médico e Investigación Clínica Aplicada, e invita a reconocer el impacto fisiológico detrás de la experiencia emocional de estas fechas.

Cuando el nivel de tensión rebasa la capacidad de adaptación del organismo, aparecen síntomas físicos y emocionales. Maffei advierte que “una respuesta insuficiente o desbordada puede manifestarse en fatiga, desgano, alteraciones del sueño, irritabilidad y menor tolerancia a la frustración”.

Estas señales de alerta se suman a la necesidad de gestionar múltiples compromisos y organizar actividades familiares, laborales y personales antes del 31 de diciembre.

Soledad Dawson, directora de la Maestría en Vínculos y Familias de la Universidad Hospital Italiano, explica que las fiestas activan exigencias elevadas sobre cómo deberían ser los vínculos y las celebraciones. “Se instala la idea del deber ser: cómo comportarse, cómo reunirse, qué sentimientos tener. Cuando eso no coincide con lo que realmente sentimos, aparece una brecha entre expectativa y realidad que genera ansiedad, malestar y culpa”, sostiene.

La psicóloga Cynthia Zaiatz, jefa de Salud Mental en el Sanatorio Modelo de Caseros, observa en su consultorio una prevalencia de los balances personales al acercarse el fin de año.

Según indica, “lo que más observo en el consultorio es el balance que hace la gente. Surgen pensamientos como ‘no pude hacer esto’, ‘podría haber terminado tal cosa’, o ‘empecé el año con un objetivo y no lo logré’. Estas evaluaciones personales son muy frecuentes en este período”. Además, las Fiestas agregan estrés adicional. Aparecen preguntas sobre adónde ir, qué hacer, y con quién compartir. Muchas veces hay incomodidad respecto a reunirse con ciertas personas y eso aumenta la tensión. Todo esto coincide con los balances del año que termina y, también, con la ansiedad por lo que vendrá”.

Las emociones vinculadas al cierre de ciclo suelen ser mixtas. Zaiatz describe que “en muchas personas surge ansiedad, tristeza y, en algunos casos, alegría por la posibilidad de reunirse al finalizar el año. Sin embargo, hay quienes prefieren no hacerlo porque no les genera interés o, por el contrario, sienten una mayor tristeza al pensar en esos encuentros”.

Estrategias para diciembre

“Comprender el rol del cortisol y la adrenalina permite no culpabilizarse por sentirse agotado y, a la vez, reconocer cuándo la presión dejó de ser productiva para volverse nociva”, dice Maffei.

“La mirada endocrinológica abre la puerta a una comprensión más completa: regular el nivel de estrés no es solo “bajar un cambio”, sino permitir que el cuerpo recupere su equilibrio biológico. Un cierre de año más consciente. Desde mi especialidad, propongo una lectura integral: identificar los factores que nos saturan, aceptar que el contexto importa y sumar hábitos concretos para transitar este período sin pagar un precio alto respecto a nuestro bienestar», agrega. Y da unas claves:

  • Ordenar prioridades y evitar la sobrecarga de compromisos.
  • Sostener rutinas de sueño y actividad física, incluso en semanas agitadas.
  • Buscar momentos breves de desconexión, aunque sean minutos.
  • Reconocer señales tempranas de fatiga para no forzar el sistema hormonal.

Zaiatz aconseja: “Cuando aparecen estas emociones, lo que yo les digo es que, bueno, empezar con respiraciones psicológicas, mindfulness. La idea es bajar las ansiedades y controlar las emociones sabiendo que, en caso de las juntadas de fin de año, si uno no van a un lugar o si no hacen tal o cual cosa, no es que va a pasar algo grave. Las emociones siempre van a aparecer. Lo que nosotros tratamos es de bajar esas ansiedades”.

Propósitos, resiliencia y manejo del estrés

Diversos estudios abordan la relación entre los propósitos personales y la capacidad de adaptación frente a situaciones estresantes. En un artículo publicado en Psychology Today, el psicólogo clínico Ryan Warner señaló: “Tener un sentido de propósito es más que un concepto filosófico: es un factor crítico en la salud mental. La investigación muestra que tener un propósito claro influye profundamente en cómo navegamos por los desafíos de la vida”.

Warner agregó: “Los estudios han demostrado consistentemente que las personas con un fuerte sentido de propósito experimentan niveles más bajos de ansiedad y depresión. Por ejemplo, la investigación revela que las personas impulsadas por un propósito son más resilientes y están mejor equipadas para manejar el estrés. Esta resiliencia se deriva del hecho de que el propósito actúa como un amortiguador contra las inevitables dificultades de la vida, ayudando a las personas a mantenerse enfocadas en lo que realmente importa, incluso en tiempos difíciles. Proporciona una base estable que permite a las personas hacer frente de manera más efectiva a la adversidad, contribuyendo a una mayor estabilidad emocional y una visión más optimista de la vida”.

Por otra parte, Warner sugiere: “Comprender lo que realmente le importa es el primer paso para encontrar un propósito”.

Entre sus consejos, recomienda: “Reflexiona sobre tus valores y pasiones fundamentales. Considera qué actividades te hacen sentir satisfecho y lleno de energía. Alinear tus acciones con tus valores crea una vida con más propósito. Una vez que hayas identificado tus valores, establece valores específicos y objetivos alcanzables que se alineen con ellos. Divide estos objetivos en pasos más pequeños y manejables para mantener la motivación y realizar un seguimiento del progreso”.

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