INTERÉS GENERALINTERNACIONALES

Muere Alain Delon, la leyenda del cine

Podemos decir que se había preparado para eso. Alain Delon ha muerto tantas veces en la pantalla que debe haberle parecido una última toma. Dios, que es un mal guionista, dijo: “¡Corten!” Delon no se levantó. Ya no tendrá el timón del queche de Plein soleil. Ya no ahogará a Maurice Ronet en la piscina. Ya no se derrumbará ante la mirada de Cathy Rosier en un club nocturno dirigido por Jean-Pierre Melville. Ahora se ve liberado de la guerra librada por sus hijos, Anthony, Alain-Fabien y Anouchka, desentrañando su disputa en un dramático melodrama mediático-legal, indigno de la estrella que fue su padre.

 

Hubo un tiempo en el que el príncipe Tancredo de Lampedusa tenía esa mirada azul, cuando Claudia Cardinale no podía creer que estuviera bailando en los brazos de esta bestia salvaje con uniforme garibaldiano. Delon era nervioso, encantador, eléctrico, inquietante. Avanzaba con su andar de jaguar. El gesto que tuvo para alisar el ala de su sombrero de asesino a sueldo en El samurái…

Su barba de tres días, su abrigo de pelo de camello en El profesor, donde volcó el corazón de Sonia Petrovna frente a una tierna y desolada Léa Massari. La ciudad de Rímini era triste, hermética, brumosa. El héroe desencantado conducía una Traction negra, parecida a Brando de El último tango. Delon siempre pareció guardar un secreto. Romy Schneider, radiante, le sonreía en un apartamento de dos piezas en una bastida tropeziana. En una bóveda, Charles Bronson, sin camisa, trató de robarse el show. Fue en Adieu l’ami y el americano no pudo eclipsar a los franceses. De la película, los bíceps de Delon y el juego que consistía en deslizar las monedas de más cinco francos en un vaso lleno hasta el borde de agua.

 

Los cinéfilos pueden ser reconocidos por el hecho de que para ellos Fort Boyard no evoca un programa de juegos, sino el final de Aventureros donde Delon expiró en los brazos de Lino Ventura. Son imágenes que no se pueden olvidar. Estas son imágenes de Alain Delon. Su laconismo era legendario. No necesitó largas diatribas para expresar la consternación de un Monsieur Klein (1976), una empresa que nunca habría visto la luz del día sin su ayuda. Era L’Homme pressé de Morand frente a la cámara de Molinaro. El título le venía bien. La vida seguramente no iba lo suficientemente rápido para su gusto. Delon produjo una serie de obras maestras y sedujo a directores de genio. Los comparó con directores de orquesta y se llamó a sí mismo su primer violín.

 

El último gigante

¿Quién, quién si no, puede incluir en su currículum vitae a Clément, Antonioni, Visconti, Losey, Melville? Fue Swann, Zorro y Chaban-Delmas. Le clavó un piolet en el cuello a Trotsky y conquistó la Roma de Sydne. Interpretó a Simenon, trabajó para Godard al final de su vida, él que había sido rechazado por la nueva ola. A lo largo de su carrera, fue comparado con su alter ego Jean-Paul Belmondo. Los dos se enfrentaron en Borsalino (1970), y se reencontraron en One Chance in Two (1998). Habían cargado el cine francés sobre sus hombros. Esta tarea había terminado por cansarlos. Delon mantuvo a raya a Gabin y Ventura, dos gigantes. Su admiración era por John Garfield.

 

El último gigante

¿Quién, quién si no, puede incluir en su currículum vitae a Clément, Antonioni, Visconti, Losey, Melville? Fue Swann, Zorro y Chaban-Delmas. Le clavó un piolet en el cuello a Trotsky y conquistó la Roma de Sydne. Interpretó a Simenon, trabajó para Godard al final de su vida, él que había sido rechazado por la nueva ola. A lo largo de su carrera, fue comparado con su alter ego Jean-Paul Belmondo. Los dos se enfrentaron en Borsalino (1970), y se reencontraron en One Chance in Two (1998). Habían cargado el cine francés sobre sus hombros. Esta tarea había terminado por cansarlos. Delon mantuvo a raya a Gabin y Ventura, dos gigantes. Su admiración era por John Garfield.

Comenta con tu cuenta de Facebook
¡Compartir Publicación!