Un nene empezó a caminar y un hombre a reír: la experiencia en Tartagal de la que participaron profesionales entrerrianos
Un grupo de quiroprácticos participó de la tercera experiencia “Una misión posible” en la provincia de Salta, coordinada por Quiropráctica Eficaz y la Organización Pata Pila.
En la primera oportunidad fueron 17 profesionales; solo un salteño en la segunda (debido a las restricciones por la pandemia); y 40 en esta ocasión, entre ellos 10 entrerrianos oriundos de Villaguay, Concordia, Federal, Paraná, Concepción del Uruguay y San José.
Del 8 al 11 de octubre permanecieron en Tartagal, desde donde se distribuyeron en comunidades wichis.
“Entre todos, atendimos aproximadamente a 3.800 wichis de todas las edades, principalmente mujeres y niños desde recién nacidos hasta los 18 o 19 años”, cuenta Kevin Pérez, sanjosesino radicado en Buenos Aires.
“Al llegar se les da una charla de salud, les contamos qué es la quiropraxia y cómo va a ayudarlos”.
“Primero hay que comunicarse con el cacique. Si este acepta, pone su cuerpo y si da el okey, se empiezan a acercar los demás. Entonces uno o dos se animan y al ver que les hace bien, se anima el resto”, dijo.
En la comunidad, “hay muchísima pobreza y violencia. Están en el medio del monte aislados de todo, sin acceso al agua ni a la salud. Si bien reciben ayuda de la Municipalidad de Tartagal y el Gobierno de Salta, están muy abandonados. Pasan meses sin agua ni comida; por supuesto tampoco tienen electricidad o cloacas”, comenta ya de regreso.
Experiencias
Entre los tantísimos casos que atendieron el fin de semana, Kevin destaca algunos que lo conmovieron en forma particular.
“Un nene de 2 años que no caminaba. La quiropráctica chequeó su pelvis, le hazo una corrección, lo bajó de la camilla y al dejarlo en el suelo el chiquito se trepó a una silla y comenzó a caminar”, contó.
“Yo atendí a un señor de 63 años que tenía mucha artrosis en la columna, llegó dolorido sostenido por su hija. Ya no podía trabajar. Se chequeó su columna y una vez que recibió un ajuste en sus cervicales, comenzó a reír y reír… Se levantó y se sentía bien. Su sistema nervioso conectando con su cuerpo. Fue increíble”, señaló, emocionado.
Reconoce que “hay muchos casos que habría que seguirlos”, pero sabe que “por cuestión de tiempo y logística” esto no ocurre.
“En lo personal y en lo profesional fue una experiencia muy enriquecedora”, concluyó.